viernes, 31 de agosto de 2012

Perterius el Rebanacerebros

Perterius nació en el mundo-forja de Antioc, y allí fue donde los Ángeles Oscuros lo reclutaron, ya que en Caliban no encontraban suficientes candidatos a marines espaciales en tiempos de la Gran Cruzada.
Cuando llegaron los terribles tiempos de la Herejía de Horus, Perterius se alió con Luther el Traidor y se convirtió en uno de los Caídos.
Después de un tiempo, consiguió reunir una banda de unos 200 marines renegados y, junto con Erashael, otro Ángel Caído, crearon los Ángeles Negros, una partida de guerra de marines del caos con la que conquistaron su propio imperio. El mundo natal original de Perterius, Antioc, fue de los primeros mundos conquistados y en él se alza su fortaleza: el Ala Oscura.
El Ala Oscura es una fortaleza-factoría creada y fortificada por el Adeptus Mecanicum. Durante la conquista de Antioc fue la primera en caer bajo la indisidiosa influencia del Caos. El Ala Oscura fue una pieza clave en la conquista de Antioc en la que murieron millares de defensores, tanto Guardias Imperiales como la 3º Compañia de los Cuervos Sangrientos.
A lo largo de su milenaria vida, Perterius ha participado en muchas batallas pero pudiendo alcanzar la demonicidad siempre la ha rechazado, pues prefiere conservar su humanidad.
Ha luchado en casi todas las Cruzadas Negras e incluso ha estado en La Roca, la Fortaleza-Monasterio de los Ángeles Oscuros a donde fue llevado tras su captura. Sin embargo, pudo escapar gracias a la ayuda de su lugarteniente Erashael. Durante su fuga,  de La Roca, Perterius encontró una cámara sellada cuyas puertas logró romper tras muchos intentos: en su interior encontró una ancestral espada a la que rebautizó Ohayim, la Asesina de Hombres, tras corromperla. Junto a la espada reposaba un antiguo grimorio de conocimientos prohibidos que posteriormente entragaría a Erashael para aumentar sus considerables poderes. 
Erashael era un antiguo bibliotecario de los Ángeles Oscuros que renegó de los juramentos de su capítulo y abrazó el Caos: se convirtió en la mano derecha de Perterius y en un poderosos hechicero del Caos, superado tan sólo por un puñado de seres vivientes.

Kranon el Implacable y la escuadra de los Elegidos de Draznicht

Kranon es el líder de un capítulo renegado de Marines Espaciales que se entregó al Caos, llamado Masacre Carmesí. Su lugarteniente más leal, Draznicht, es el líder de los Elegidos, una escuadra de los veteranos más brutales y sanguinarios entre los Masacre Carmesí.

 
Kranon el Implacable es de esas miniaturas tan increíbles que te harían llorar de felicidad. Como defensor acérrimo del Imperio no tengo un ejército de Marines Espaciales del Caos, pero sería capaz de renunciar al Emperador, romper mi águila Imperial y quemar todos mis sellos de pureza solo por esta miniatura.

Las miniaturas de Marines Espaciales del Caos incluidas en la caja están completamente retorcidas y corruptas. Sus armaduras han mutado, de sus cascos han surgido cuernos y colmillos y sus armas vibran con energías impías. Incluso la mochila de Kranon se ha transformado en algo parcialmente orgánico, con un espinazo que parece haber encontrado el modo de salir de la armadura, y unas rejillas de ventilación que ahora parecen sospechosamente (e inquietantemente) carnosas. Incluso entre los Marines Espaciales del Caos, hay pocos que tengan una apariencia tan corrupta como Kranon el Implacable.
 
Los Saqueadores de Draznicht son una bonita unidad, digna de admiración (si es que se puede decir de algo del Caos que es "bonito"). Cada miniatura es individual, con tantos detalles que puedes invertir en observarlos el tiempo que quieras. Yo desde luego pasé mucho rato haciéndolo. Cada uno de los Elegidos tienen un aspecto y actitud diferente, desde la agresiva carrera del Elegido con el puño de combate hasta la postura enérgica del guerrero con el hacha de energía que parece como si acabase de partir a alguien por la mitad.
Lo que más me impactó de los Elegidos fue su sistema de montaje, porque en las matrices no verás los componentes divididos como cabría esperar. El guerrero Elegido con las cuchillas relámpago, por ejemplo, viene en tres piezas: la parte frontal (que incluye la parte delantera de las cuchillas relámpago), la parte trasera (que incluye la parte de atrás de las cuchillas relámpago) y la mochila. Las matrices tienen un aspecto muy raro, pero las piezas encajan casi a la perfección y las juntas de las piezas son prácticamente invisibles, tanto que si no sabes dónde mirar, será muy difícil que las encuentres.

Mortis Metalikus

Está claro que los dioses del Caos no han sido gentiles con el que fuese en el pasado un noble Dreadnought Imperial. O por lo menos eso es lo que parece ser debajo de toda ese blindaje destrozado, carne mutada, cables retorcidos y ojos (ocho) de mirada fija. Muchos de los cables de alimentación están medio cubiertos de carne y el enorme cañón de fusión tiene una grotesca apariencia muscular bajo la carcasa del arma.


Sin embargo el punto focal de la miniatura es la cara de Mortis Metalikus. El Marine Espacial que fue antaño Sevarion Kranon (probablemente ese apellido te suene de algo, pero dejaré que vosotros mismos atéis cabos) está sepultado en el sarcófago del Bruto Infernal, y puedes ver su flaco rostro gritando rodeado de varias hileras de dientes infernales afilados. La clave para alcanzar ese nivel de detalle es, de nuevo, la ingeniosa manera de matrizar la miniatura, ya que la sección de la cabeza de la miniatura se compone de tres capas: la cabeza, el sarcófago, y el frontal de la máquina de guerra, repleto de cuernos y colmillos.

Cultistas del Caos



El Campeón Tetchvar es una pieza de arte repugnante. Si has leído el trasfondo del personaje en el ejemplar de la revista White Dwarf de Septiembre, sabrás que Tetchvar fue antaño un Comisario Imperial y, de ahí, el largo abrigo de piel que lleva en combate. Cualquiera que haya leído la serie de los Fantasmas de Gaunt de Dan Abnett probablemente reconocerá la máscara facial que lleva Tetchvar, que tiene muchas reminiscencias de los cultistas del Pacto de Sangre de las novelas. Tetchvar lleva una escopeta y una espada muy dañada (pero muy intimidatoria), y en su pecho desnudo se ha escarificado ritualmente un icono del Caos.

En la caja de Venganza Oscura hay dos unidades de Cultistas: una escuadra está equipada con armas de combate cuerpo a cuerpo y pistolas mientras que la otra está equipada con rifles automáticos primitivos. Solo echándoles un vistazo te llevarás la idea de lo que fueron antes de unirse al Caos. Algunos están equipados con máscaras de gas modificadas y llevan uniformes muy similares a los uniformes Imperiales. Otros llevan túnicas largas y capuchas que sugieren una relación con el Adeptus Mechanicus, el Administratum o la Eclesarquía. La mayoría de ellos, sin embargo, llevan ropas sencillas de trabajador, botas pesadas, camisetas rotas y respiradores de baja calidad.
Algo que todos los Cultistas tienen en común es el pequeño icono en forma de estrella del Caos que llevan; algunos lo muestran orgullosos alrededor de su cuello como si fuera una medalla, mientras que otros los llevan colgado de vendajes, fundas o armas. El campeón Anarkus, el Cultista con la enorme hacha y la media máscara, lleva tres de ellas, para mostrar lo devoto que es.

jueves, 30 de agosto de 2012

Kor'sarro Khan

El Maestro cazador es un título honorífico único de los Cicatrices Blancas. El actual Maestro cazador es Kor'sarro Khan, el capitán de la 3 ª Compañía (hermandad) y el quincuagésimo primero en portar este honor . El Maestro cazador se encarga de la búsqueda de los raros enemigos que han logrado evadir la destrucción a manos de los Cicatrices Blancas. Al enemigo no se le permite escapar y vivir por lo que el Maestro cazador se encarga de la caza y de llevar sus cabezas de nuevo a Chogoris. El Alto Capellán, una vez cobrada la pieza, quema los ojos de la cabeza con una rama en llamas una noche de luna llena y tras quitarle toda la carne es cubierta de plata y clavada en una lanza en el camino a la Fortaleza Monasterio del capítulo. Es una noche de gran alegria en el capítulo ya que marca la muerte de una nemesis odiada.
Los Cicatrices Blancas son pacientes y algunos enemigos eluden su muerte durante siglos, pero finalmente todas las cazas acaban terminando como deben y una nueva cabeza es traida a Chogoris. Kor'sarro Khan ya ha demostrado ser muy competente y ha rastreado en enemigos tales como el Príncipe demonio Kernax Voldorius y el Señor pirata Eldar Varaliel y a traido sus cabezas de vuelta a Chogoris.

Darnath Lysander

Darnath Lysander es el Primer Capitán de la 1ª Compañía de los Puños Imperiales, Supervisor de la Armería y Comandante de la Guardia de la Fortaleza-Monasterio móvil de los Puños Imperiales, la Phalanx.

Darnath Lysander es raro entre los Marines Espaciales de la era actual, pues fue reclutado en la propia Terra. Su peregrinaje de trece años para convertirse en Astartes comenzó con sus padres antes de su nacimiento, siguiendo una senda a menudo difícil hacia Terra desde su planeta natal, que fue interrumpido por la traición, esclavización y asesinato de su familia. Lysander fue mantenido con vida por la beneficencia del Culto Imperial y su propia inteligencia, aprendiendo a luchar, primero para sobrevivir, y después para completar el peregrinaje que sus padres habían empezado. Su camino hacia Terra estuvo lleno de peligros: tales fueron la devastación del ¡Waaagh! Grozdakk y el horror de la Herejía de Quesarch y la subsiguiente purga del planeta. La determinación del niño peregrino llegó a oídos de las altas esferas, y a su llegada a Terra fue recibido como un héroe.
En aquella época el Capellán Shadryss de los Puños Imperiales estaba en Terra por motivos del Capítulo y escuchó por primera vez la extraordinaria historia de aquel joven. Buscó al joven peregrino en el Pilar de Hueso, un monumento que se creía que fue levantado en Terra para conmemorar el coraje y el valor de los Puños Imperiales en una campaña sin nombre, aunque en realidad era en secreto una sagrada reliquia solo conocida por aquellos conocedores de su origen dentro del Capítulo de los Puños Imperiales. La Columna era el último resto de la antigua y gran Fortaleza-Monasterio que los Puños Imperiales tuvieron en Terra en los días de la Gran Cruzada. Fue destruida durante la Herejía de Horus en la Batalla de Terra pero, para la mayoría de las gentes del Imperio, la Herejía solo es una leyenda por lo que pocos se atreven a mantener que las fuerzas del Caos hubieran puesto pie en el sagrado suelo de Terra. En los agujeros abiertos por los disparos de Bólter estaban las esculpidas manos esqueléticas de antiguos Hermanos de Batalla de los Puños Imperiales. Parte de la sagrada misión del Capellán Shadryss como Capellán era llevar reliquias frescas de los Puños Imperiales hasta la Columna, pero también había ido al mundo natal de la Humanidad para reclutar peregrinos de todas las partes del Imperio que pudieran considerarse válidos como Aspirantes al Capítulo. En opinión de Shadryss, Lysander tenía con él la bendición de Rogal Dorn.
El nombre de Lysander apareció por primera vez en el Liber Honorus de los Puños Imperiales en el 567.M40 cuando, mientras actuaba como Sargento de la 2ª Compañía, fue reconocido por sus habilidades para el liderazgo y por su valor durante las operaciones llevadas a cabo en el planeta Iduno durante la Batalla del Puente Colonial. El entonces Sargento Lysander recibió su primer Laurel Imperial por dirigir el eficiente fuego de bólter de su escuadra, consiguiendo rechazar durante 14 horas ininterrumpidas y sin recibir refuerzos a las hordas de herejes que se reunían en el Puente Colonial. Solo 18 años después, en el 585.M40, Lysander se convirtió en el Capitán de la 2ª Compañía tras el abordaje con éxito y la subsecuente captura del Crucero Eldar Sangre de Khaine.
Los acontecimientos que rodearon el asedio de tres largos años de duración a los herejes de la Ciudad Colmena de Haddrake Tor hicieron que su nombre entrara en los anales de su Capítulo y del mismo Imperio. Como Capitán de la 2ª Compañía, Lysander dirigió en persona el asalto de Cápsulas de Desembarco a las cúspides de Haddrake Tor para asegurar el terreno elevado, tras lo que instalaron balizas de teleportación de forma que la 1ª Compañía, usando sus antiguas Armaduras de Exterminador, pudiera sanear los niveles inferiores de Tor de las fuerzas del Caos. Las fuerzas defensoras del Caos consiguieron frenar el asalto de los Marines Espaciales y emplearon impíos rituales para interferir en la Disformidad, con lo que muchos de los Exterminadores en tránsito de teleportación erraran su objetivo, lo que provocó la muerte de una gran cantidad de Veteranos de los Puños Imperiales mientras caían hacia su muerte desde lo alto más allá de Tor, o acabando sepultados al solidificarse dentro de roca sólida.
Ante los mismos ojos de Lysander, Kleitus, el Capitán de la 1ª Compañía, se rematerializó con su mitad izquierda soldada con la roca sólida del Tor. Antes de que muriera, Kleitus le dio a Lysander el Puño de Dorn, un antiquísimo Martillo Trueno, eligiéndole con dicho gesto como su sucesor como Capitán de la 1ª Compañía. Mientras que otros comandantes se habrían retirado tras semejante desastre, Lysander se burló de dicho consejo, dirigiendo a los supervivientes del asalto hasta el corazón de las defensas de los herejes, aplastando a todos aquellos que se alzaron contra él. Con la subsiguiente reestructuración de la estructura de mando del Capítulo a la luz de las pérdidas acaecidas en Haddrake Tor, Lysander ascendió hasta convertirse en el Primer Capitán del Capítulo, el Capitán de la 1ª Compañía, el Supervisor del Arsenal y el Comandante de Guardia de la Phalanx.
La siguiente victoria de relevancia de Lysander se produjo contra los Marines Espaciales del Caos de la Legión Alfa. Mientras sofocaba una insurrección en el planeta Klebendor III, situado en el Cúmulo de Jorgurd, los Puños Imperiales bajo el mando del Primer Capitán capturaron al Campeón del Caos de los Marines Traidores, Ialo Vex, y a su camarilla mientras profanaban la Catedral de Santa Aspira. Tras recibir la guía de la Inquisición, Lysander persiguió al enemigo hasta su refugio en una remota estación espacial construida en el corazón de un asteroide. Lysander lanzó inmediatamente un ataque por sorpresa sobre el Crucero enemigo mientras se encontraba amarrado a la base con sus motores y generadores desactivados. El valeroso Capitán dirigió en persona al equipo de Exterminadores que se teletransportó a bordo de la nave de la Legión Alfa. Consiguieron rechazar los asaltos de la Legión Alfa durante varias horas mientras que los integrantes de la 3ª Compañía aterrizaban en Cañoneras Thunderhawk y se abrían camino a través del complejo de acoplamiento de la estación espacial para reforzar a los Veteranos de los Puños Imperiales que luchaban a bordo del Crucero. Lysander derrotó a no menos de siete Campeones de los Dioses Oscuros. En el clímax de la batalla los Marines Espaciales del Caos llevaron a cabo un desesperado ataque sobre los guerreros acorralados de la 1ª Compañía. Parecieron triunfar, hasta que Lysander bloqueó y rechazó su asalto, emboscándoles en mitad del asalto al cortar los mamparos del crucero con los Puños Sierra y los martillos trueno de sus Exterminadores. Al verse atacados desde varias direcciones de forma simultánea, la situación del enemigo empeoró con la llegada de la 3ª Compañía. Los traidores huyeron por os túneles de su asteroide base, consiguiendo solo un breve respiro antes de que las Escuadras de Exterminadores de Lysander purgaron hasta al último de los herejes.
Lyander continuó dirigiendo la 1ª Compañía durante casi dos siglos terranos de honorable servicio, siempre esforzándose en ser el primero en ir a la batalla. Muchos pensaron que era imprudente y temerario, pero tuvo suerte. Desgraciadamente, hasta la suerte más increíble acaba por agotarse, y este axioma no fue distinto en el caso de Lysander.
A finales del 40º Milenio, Lysander y una considerable parte de la 1ª Compañía de los Puños Imperiales que comandaba estaban en tránsito a bordo del Crucero de Asalto de los Puños Imperiales Escudo de Valor cuando la nave se perdió en la Disformidad. El resto del Capítulo esperó, rezando por su eventual regreso, pero a medida que pasaban las décadas y los siglos sin encontrar ni rastro de la nave, se comenzó a temer lo peor. Finalmente se perdió toda esperanza de su retorno, y el nombre de Lysander fue grabado en las listas de los caídos del Capítulo, y su estatua fue colocada en el Salón de los Héroes de la Phalanx.
Sin embargo, Lysander no estaba muerto. Debido a las siempre cambiantes y erráticas corrientes de la Disformidad, el Escudo de Valor había emergido al universo físico y real casi mil años terranos después, en el 964.M41. Sin embargo, la situación en la que se encontraron los puños Imperiales no podía considerarse precisamente como buena, ya que se encontraban en la órbita exterior de Malodrax, un Mundo Fortaleza de la Legión Traidora de los Guerreros de Hierro situado en la frontera oeste del Ojo del Terror. Los Guerreros de Hierro reaccionaron con rapidez, acabando con el Crucero de Asalto mediante el fuego combinado de tres fortalezas orbitales. Lysander y un puñado de Puños Imperiales fueron capturados con facilidad por las tropas de Marines del Caos.
Atrapados en manos de sus más odiados enemigos, los Puños Imperiales no recibieron ni piedad ni misericordia. Lysander y los supervivientes fueron torturados hasta la extenuación durante semanas, y solo la increíble tenacidad de los hijos de Dorn les permitió sobrevivir durante el largo mes de encarcelamiento a las "cariñosas" atenciones de los Guerreros de Hierro.
Aunque el cuerpo de Lysander estaba destrozado y ensangrentado, su voluntad permaneció intacta. Poco después, sin armas ni armaduras, Lysander y un puñado de supervivientes de los Puños Imperiales se arrancaron los grilletes, rompieron sus cadenas y se abrieron camino por la capital planetaria usando su furia como única arma, hasta que alcanzaron y consiguieron capturar una lanzadera con la que escapar al vacío del espacio. Lysander consiguió regresar a su Capítulo, siendo recibido con gran regocijo por sus Hermanos de Batalla y por el Consejo del Capítulo. Aunque ninguno de los presentes había nacido aun cuando el Escudo de Valor desapareció en la Disformidad, su leyenda había seguido viva y fuerte entre los Astartes del Capítulo, y sus acciones aún inspiraban a los nuevos Hermanos de Batalla. Sin embargo, a pesar de toda la alegría y las celebraciones por su milagroso retorno, existía en las mentes de los Puños Imperiales una cierta vena de temor de que su héroe hubiera sido corrompido en forma alguna durante su periplo por la Disformidad y su estancia en las mazmorras de los Guerreros de Hierro.
Lysander pasó los siguientes 6 meses siendo examinado meticulosamente por los Apotecarios y Bibliotecarios de los Puños Imperiales, enfrentando su cuerpo y su mente contra los registros del Capítulo. Cada esquina de su alma y cada célula de su cuerpo fueron analizados en suma profundidad, hasta que no quedó duda alguna en las mentes de sus hermanos de que realmente Lysander estaba libre de toda forma de corrupción física y espiritual, y que era cierto que había regresado.
Por abrumadora y atronadora aprobación, Lysander fue rehabilitado, final y definitivamente, y volvió a ocupar su puesto como Capitán de la 1ª Compañía. Seis meses después de recuperar su puesto, Lysander encabezó a una fuerza de combate que regresó a Malodrax para vengar a los Puños Imperiales caídos y su propio sufrimiento a manos de los Guerreros de Hierro. Nada ni nadie pudo oponerse a la furia justiciera de los Puños Imperiales al reclamar Lysander su venganza.
Tras la purificación de Malodrax, Lysander juró erradicar la sucia mancha de los Guerreros de Hierro de la galaxia de una vez por todas. Reuniendo guerreros de los confines del Imperio, inició una cruzada contra el enemigo más odiado de los Puños Imperiales, cruzada que a día de hoy sigue en activo. Durante dicha cruzada el Capitán Lysander dirigió a la Fuerza de Misión Guantelete, compuesta por la 1ª Compañía, elementos de la 5ª Compañía, y varias escuadras de Exploradores de la 10ª Compañía, hacia el planeta Vernalis del Segmentum Obscurus, donde se enfrentaron y derrotaron a una partida de guerra del Caos formada por miembros de la Legión Traidora de los Hijos del Emperador, del Regimiento traidor de la Guardia Imperial "Espadas Rugientes" y varios Demonios, todos ellos bajo el mando del architraidor Sybaris.
En algún punto en su carrera, Lysander se encontró y capturó al mutante Sarpeddon de los Bebedores de Almas.

Kossolax el Perjuro

Kossolax el Preponderante es una de los más peligrosos paladines de la Legión Traidora de los Devoradores de Mundos. Ha estado luchando en numerosos campos de batalla durante los últimos 10.000 años y aunque sus logros no llegan ni a los tobillos de Kharn el Traidor, es uno de los más importantes paladines del dios de la sangre.

La carrera de Kossolax se remonta a los años de la Gran Cruzada cuando era sargento de una escuadra de asalto de la 3ª compañía de los Devoradores de Mundos. Cuando estos siguieron el ejemplo de Angron abrazando la fe de Khorne, él estaba entre los primeros. En aquella época su nombre era Solax.
Cuando Angron traicionó al Emperador, se lanzó a una campaña de genocidio planetario por los dominios del Imperio sin precedentes por sus salvajismo y brutalidad, que culminó con el asedio a Terra, Solax estuvo allí con su escuadra, que montó el legendario Rhino llamado Barbarus, y que se ha convertido en su Rhino de mando actual.
Durante el periodo que la legión de los Devoradores de Mundos ha estado peleando por el Ojo del Terror y en el espacio Imperial durante las Cruzadas negras, Solax ha ido escalando posiciones y ahora controla toda una compañía de berserkers. Durante la 13ª Cruzada Negra se tuvo que enfrentar en Agripina a los Ángeles Sangrientos, dirigidos estos por el Sacerdote Sanguinario Numitor. Sabiendo que sus fuerzas no eran rivales de los Ángeles Sangrientos ya que los superaban en número e igualaban en ferocidad, decidió invocar a los demonios de Khorne para que le ayudaran, asesinando a los cultistas que le habían ayudado a tomar la cuidad colmena, sacrificándolos en gran número y de forma traicionera. Se dice que la sangre fue tan abundante que fluía como ríos y caía en cascadas.
Cuando los Ángeles Sangrientos llegaron, Kossolax el Preponderante había conseguido invocar un Devorador de Almas que despedazó a las primeras filas de los marines. Numitor avanzó y consiguió detener al demonio unos breves instantes gracias a un poderoso golpe, pero el demonio se recuperó con facilidad y le arrancó el brazo, con su látigo demoniaco, con dicho brazo Numitor sostenía el cáliz que guardaba una parte de la sangre de Sanguinius. Entonces se hizo el silencio entre los Ángeles Sangrientos ante tamaña blasfemia hasta que Numitor, cayendo al suelo, gritó las palabras del Rito de la Exsanguinación, lo que provocó que los hermanos de la Compañía de la Muerte entraran en un frenesí destructivo sin igual y despedazaran al Devorador de almas pese a sufrir innumerables bajas en el intento para acabar con la bestia. La furia se contagió al resto de Ángeles Sangrientos y se lanzaron contra las tropas de Kossolax, superando en salvajismo a los berserkers, derrotándolos y dispersándolos.

Pese a las terribles bajas, el capítulo celebró la expurgación del demonio.

De Kossolax no se sabe nada hasta la fecha y se cree que desapareció en las profundidades de la colmena con los restos de sus fuerzas. Numitor, con un brazo biónico recién implantado, a jurado que lo encontrará y lo matará, cueste lo que cueste, para vengarse de la afrenta.

Constantinus el Libertador

Constantinus era un Sargento Marine Espacial de la 4ªCompañía del Capítulo de los Hijos de Guilliman. Su rebelión se produjo en el planeta Nova Terra, en el que él y su escuadra combatían para liberarlo de la amenaza Tiránida.
La escuadra de Constantinus era una entre un puñado de unidades desembarcadas en Nova Terra para encargarse de cualquier organismo Tiránido renaciente que hubiese sobrevivido a la guerra, y para controlar a la población en busca de rastro de Genestealers u otra infiltración o infección Tiránida.
Durante tres años, el Sargento Constantinus lideró a su escuadra en innumerables patrullas, a través de las incontables cuevas de la meseta volcánica donde los Tiránidos habían aterrizado, limpiándola de progenies con la fuerza del lanzallamas y de la Espada Sierra sin buscar recompensa por ello. Sin embargo, cuando los rumores condujeron a Constantinus hasta una posible infestación Tiránida en la ciudad de Cirtus, este encontró un creciente Culto Genestealer que dominaba a la aristocracia dominante de la ciudad. Tan recto como siempre, Constantinus dio caza a los nobles infectados y a sus familias y rápidamente acabó con la amenaza. Pero lejos de estar agradecidos, los habitantes de Cirtus se encolerizaron por las sumarias ejecuciones de sus líderes y estalló una revuelta.
Disgustado por este comportamiento, la voluntad y la paciencia de Constantinus se agotaron y este empezó a sofocar los fuegos de la rebelión. Lideró a su escuadra en misiones de búsqueda y destrucción por todo Cirtus, quemando sectores enteros de la ciudad. En poco tiempo la ciudad fue pasto de las llamas, las avenidas llenas de humo asfixiante se vieron inundadas de sangre y disturbios e incluso los palacios de los nobles se convirtieron en ruinas carbonizadas. Constantinus se volvió contra aquellos de su escuadra que intentaban detenerle y los aniquiló con su Espada de Energía. A continuación se presentó a la multitud sedienta de poder y se proclamó a sí mismo nuevo gobernante de Cirtus, desprestigiando al Emperador y a sus servidores aduciendo que los Hijos de Guilliman eran los que le habían convertido en un monstruo, y allí mismo juró conducir a los habitantes de Cirtus a la libertad.
Los pocos que hablaron en contra de Constantinus fueron silenciados rápidamente por el propio renegado o por su creciente ejercito de fervientes seguidores. Después saquearon la Catedral de Cirtus y fundieron sus iconos para construir un gran ídolo dorado al gran "Constantinus el Libertador". Durante meses las revueltas se extendieron de ciudad en ciudad hasta que finalmente, Constantinus asaltó la mansión del Comandante Imperial al frente de una legión de tres millones de seguidores. Constantinus lo decapitó y declaró que aquel planeta era libre de la garra del Emperador.
El renegado rebautizó el planeta con el nombre de Constantinium y, bajo su gobierno, dio rienda suelta a la multitud. Constantinus saqueó su propio planeta y con eso dio comienzo a una anárquica época de oscuridad en la que la multitud sedienta de sangre aulló en las calles y se realizaban sacrificios a los Poderes Ruinosos. Llamados por sus dioses, partidas de guerra del Caos se dirigieron a Cirtus para unirse a los renegados. Constantinus luchó contra los mejores Campeones del Caos que se presentaron, los derrotó a todos y reclamó sus partidas de guerra para sí mismo. Después inició un progromo aterrador en otros planetas de sistemas próximos y, en cuestión de una década, su ataque arrollador alcanzó todo el Sector.
Al final las fuerzas imperiales llegaron para rechazar aquel progromo, con lo que se inició una guerra de 13 largos años y que sólo acabó con la muerte de Constantinus. Aún hoy, cuando ya han transcurrido 300 años después de su muerte, siguen apareciendo rebeldes en aquella meseta que susurran la grandeza del gran Constantinus

Kor Phaeron

Kor Phaeron fue el asesor de Lorgar en la Logia y su consejero de confianza por encima de todo. Esto se debe a que en Colchis , Kor Phaeron era el padre adoptivo de Lorgar .
Kor Phaeron siguió al Primarca a través de todas sus batallas contra el Pacto, y le dio la dirección espiritual en batallas que parecían no tener fin. Como Lorgar tomó el mando de su Legión, Phaeron se convirtió en su segundo al mando, dirigiendo a la Primera Compañía de los Portadores de la Palabra.
Al comienzo de la Herejía de Horus Lorgar había recibido una reprimenda del Emperador por los largos retrasos en la fabricación de mundos compatibles, y se retiró a su cuartel durante un mes. A medida que el planeta orbitaba, a la espera de las órdenes de su Primarca, Kor Phaeron entró en desacuerdo con Sor Talgron, el capitán de la Compañía, sobre cómo los Portadores debían controlar los mundos conquistados para ponerse en conformidad con la palabra del Emperador. Aparte de Erebus, el primer capellán de los Portadores de la Palabra, Kor Phaeron es el único al que se permite el acceso a Lorgar durante su largo retiro de un mes. Cuando Lorgar salió de su reclusión y ordenó la eliminación de la población, se encomendó a Kor Phaeron esta empresa y así ejecutó a la población, incluso después se hizo evidente que ya estaban adorando al Emperador.
Kor Phaeron se convirtió en capellán, y fue su influencia la que eventualmente dejó dañados a los Portadores de la Palabra , y llevó a la legión a servir a los Poderes del Caos.
Kor Phaeron es descrito por el capellán Xaphen de la Sociedad Séptimo en el momento de la Gran Cruzada como un " falso Astartes ". También es evidente que hay un cierto nivel de desconfianza o resentimiento dentro de la legión hacia Phaeron, debido a la forma en que ascendió a la posición de primer capitán. Se afirma que por ser demasiado viejo para someterse a las modificaciones genéticas necesarias para ser un Marine Espacial, su condición de Astartes fue improvisada por una combinación de la biónica, las cirugías de rejuvenecimiento y el "gen limitado forjado". De ese modo, se encuentra en algún lugar entre los niveles de humano y astartes, pero no parece ser ni lo uno ni lo otro. Ésto, junto con el favor mostrado por Lorgar hacia él, ha dado lugar a un cierto nivel de resentimiento del resto de la legión, aunque todos están de acuerdo en que es un hombre sabio y un predicador respetado.

Syndri Myr

Syndri Myr fue un Hechicero del Caos perteneciente a la Legión Alfa, y el antagonista principal de la campaña del videojuego Dawn of War. Llegó a Tartarus acompañado por los guerreros de la Legión Alfa y bajo el mando del Señor del Caos Lord Bale, en búsqueda de un poderoso artefacto del caos conocido como el Maledictum, para llevar a cabo su ascensión a Príncipe Demonio.
Sindri llegó a Tartarus utilizando un plan simple y útil, que consistía en mantenerse ocultos bajo la cobertura de una invasión Orka, utilizándola para distraer a la Guardia Imperial y a los Marines Espaciales mientras llevaba a cabo la búsqueda del Maledictum. La invasión Orka fue planeada por él, prometiendo al Kaudillo Orkamungus (Líder del ¡Waaagh! que sitiaba Tartarus) que podría luchar contra los Marines Espaciales, los rivales imperiales más poderosos. Mientras estuvo en Tartarus, Sindri vio como su cuidadoso plan se desarrollaba perfectamente, los sacrificios se estaban acumulando gracias a las constantes batallas entre las razas que se encontraban en el planeta (el cual era un altar a Khorne) mientras él y la Legión Alfa seguían ocultos. Más tarde, los Eldar (que llegaron al planeta para evitar que el Caos encontrara el Maledictum) se establecieron sobre la ubicación de la llave (un artefacto necesario para desbloquear el poder el Maledictum) para intentar defenderla, y libraron una batalla contra los Marines Espaciales. De esta manera, mientras se distraían y debilitaban los unos a otros, Sindri robó la llave.
Luego usó sus potentes poderes psíquicos para hacer sucumbir al Bibliotecario de los Cuervos Sangrientos, Isador Akios, a cambio de la falsa recompensa de aumentar sus habilidades psíquicas, para convertirlo en un Bibliotecario aún más poderoso. El corrupto Bibliotecario fue utilizado por Sindri para robar el Maledictum. Más tarde, Sindri venció a Isador y le quitó el artefacto. Luego, Isador murió a manos de Gabriel Angelos.
También traicionó a su comandante, Lord Bale, dejándolo morir frente a Gabriel, en una ofensiva de los Cuervos Sangrientos. De esta forma, Sindri quedó como la única autoridad de la Legión Alfa en Tartarus.
Finalmente, Sindri tenía el Maledictum y la llave, y gracias a las muertes de numerosos ciudadanos imperiales, soldados de la Guardia Imperial, Orkos, Marines Espaciales, Eldar, Marines del Caos e importantes muertes individuales como la de Lord Bale e Isador Akios se acumularon suficientes sacrificios a Khorne, el Dios de la Sangre, como para liberar el poder del artefacto.
Más tarde, cuando la ceremonia para su ascensión estaba terminada, Sindri absorbió los caóticos poderes que la reliquia contenía, ganando así la forma, el rango y los poderes de un Príncipe Demonio.
Sin embargo, Sindri luego fue vencido por Gabriel Angelos. Así se proporcionó el último sacrificio necesario para liberar al Gran Demonio Devorador de Almas del Maledictum, luego de que Gabriel destruyó el artefacto.

Lord Bale

Lord Bale fue un comandante de la Legión Alfa, que, embaucado por el Hechicero Sindri Myr, llegó a Tartarus en busca del Maledictum, convencido de que éste le daría un gran poder.
Bale llegó al planeta siguiendo el simple (aunque ingenioso) plan de Sindri, el cual era cubrir su llegada al planeta y ocultar su presencia con una invasión de orkos, utilizando el ¡Waaagh! del Kaudillo Orkamungus, quien aceptó sitiar Tartarus a cambio de que pudiese luchar contra los Marines Espaciales. De esta forma, para no perder Tartarus, llegó al planeta la 3º Compañía de los Cuervos Sangrientos, al mando del Capitán Gabriel Angelos, para ayudar a las debilitadas Fuerzas de Defensa Planetaria.
A Bale no le gustaban las tácticas tramposas que el hechicero utilizaba, por lo que muchas veces perdía la paciencia con Sindri. El prefería abalanzarse de cabeza contra los Cuervos Sangrientos y enfrentarse a ellos. De cualquier manera, su sed de sangre era menor que sus ansias de poder, por lo que permitió a Sindri que siguiese tejiendo sus redes de incertidumbre y engaño entre los Cuervos Sangrientos.
Sin embargo, los Marines prevalecieron, y finalmente, descubrieron a Bale y a Sindri, y su paradero. Sindri, otra vez, engañó a Bale, enviándolo a detener a los Cuervos Sangrientos. Finalmente, el hechicero lo traicionó y lo dejó morir a manos de Gabriel Angelos.

domingo, 26 de agosto de 2012

Capellán Xavier de los Salamandras


Xavier es una figura mitica del Capítulo de los Marines Espaciales de las Salamandras, el mas grande de todos los capellanes de este capitulo y un ejemplo a seguir para todos los Salamandras.
Poseedor de una gran intelegencia y habilidad, era todo un erudito dentro de las filas de los Salamandras. Se cuenta que cuando era un candidato a ser un futuro marine espacial, mato con sus propias manos desnudas a una gigantesca y mostruosa salamandra (uno de los reptiles gigantes de Nocturne).
Pronto destaco como un fervoroso y dogmatico de Culto Prometeano y segun palabras del hermano Amadeus, Dreadnougth de la 3ª Compañia y antiguo discipulo de Xavier: "Sus palabras podian inspirar temor o repugnancia, amor u odio, introspeccion o furia irracional". Los marines dirigidos al combate por el nunca retrocedian ante el enemigo.
Con el, decia Amadeus: "se aprendia el verdadero sentido de palabras como honor, deber y sacrificio".

Xavier encontro su fin frente a los eldar oscuros en el mundo de Drykeena .Los Salamandras se enfrentaron a ellos cuando los eldar oscuros asaltaron este planeta en una de sus incursiones (los salamandras tienen un odio especial contra los eldars oscuros, como los Cicatrices Blancas). Xavier fue herido repetidas veces con armas envenenadas pero se nego a caer hasta que todos sus enemigos estuvieron muertos a sus pies y la batalla ganada. Al final de la batalla, Xavier dejo que la muerte se lo llevara. Su cuerpo fue llevado a Nocturne y todos los Salamandras hablan de el con gran veneracion. Era además, el guardian del "Sello de Vulkan" uno de los artefactos mas sagrados de los Salamandras, pues se decia que Vulkan lo usaba como simbolo de poder y que tiene forma de martillo de herrero (el Libro que cuenta la vida del primarca, "Opus", ahi un pasaje que dice lo siguiente: "Vulkan aplasto a los enemigos del Emperador como el Martillo golpea el Yunque"). Su tumba es uno de los lugares de peregrinaje de Nocturne.

Nuevo blog que yo administraré junto a su creador

Bueno, hago esta entrada para informaros de que, a partir de ahora, no voy a llevar este blog, si no que voy a llevar este y voy a colaborar como miembro y administrador del blog Warhammer Angels, para hecharle un cable a mi amigo, y que espero que os guste ese blog tanto como este, o mas.
Un Saludo,
Eldrad.

Blog Recomendado: Warhammer Angels

Hago esta entrada para publicitar el blog de un amigo, Agustín, que se llama Warhammer Angels, lo creó a finales de 2011 pero lo dejó de utilizar por los estudios, y ahora, lo a empezado a retomar, con un poco de trasfondo, ya que sus Ultramarines están requisados por sus padres, pero ahora con el inicio de la caja de iniciación Venganza Oscura, retomará el pintado de miniaturas, junto con sus Ultramarines, tendrá la fuerza de los Ángeles Oscuros que vienen en la caja de iniciación, de la que yo me quedaré las plantillas, reglamento, libreto, dados... y los geniales Marines del Caos.

sábado, 25 de agosto de 2012

Prepedido Venganza Oscura

Bueno pues ya está en prepedido la caja de iniciación Venganza Oscura. Aquí os pongo el enlace a la página web de Games Workshop e imágenes del contenido de la caja.
http://www.games-workshop.com/gws/catalog/productDetail.jsp?catId=cat440160a&prodId=prod1700006a
La caja entera:Warhammer 40,000: Venganza Oscura - Edición limitada
Capellán Interrogador:Warhammer 40,000: Venganza Oscura - Edición limitada
Capitan:Warhammer 40,000: Venganza Oscura - Edición limitada
BibliotecarioWarhammer 40,000: Venganza Oscura - Edición limitada
Escuadra Ala de Muerte:Warhammer 40,000: Venganza Oscura - Edición limitada
Escuadra tactica:Warhammer 40,000: Venganza Oscura - Edición limitada
Escuadron del Ala de Cuervo:Warhammer 40,000: Venganza Oscura - Edición limitada
Señor del Caos:Warhammer 40,000: Venganza Oscura - Edición limitada
Hellbrute:Warhammer 40,000: Venganza Oscura - Edición limitada
Elegidos del Caos:Warhammer 40,000: Venganza Oscura - Edición limitada
Cultistas 1:Warhammer 40,000: Venganza Oscura - Edición limitada
Cultistas 2:Warhammer 40,000: Venganza Oscura - Edición limitada
A demás de todo esto, también han sacado en prepedido el maletín de la Caja de Venganza Oscura, y la novela.

Misiones para la caja de iniciacion


Bueno,gracias a la fuente acostumbrada de rumores sabemos que la caja de inicio tiene un total de 6 misiones propias para jugar con las figuras que vienen en ella.
Siguen un sistema de misiones en escalada,es decir,misiones en las que los jugadores empiezan usando una parte de las miniaturas y a cada misión se van sumando mas tropas y objetivos.Una cosa curiosa que me ha llamado mucho la atención es que de las 6 misiones,2 son son por lo que dicen para jugar un solo jugador!Una para jugar con Caos(Rampage) y otra para jugar con los Ángeles Oscuros(The Long & Winding Road).Algo realmente curioso y que,aunque no es algo nuevo en juegos de la GW,si lo es en sus juegos mayoritarios actuales y sobre todo en W40K,al menos hasta donde me alcanza la memoria o lo que se.
Las otras tres misiones siguen el esquema en escalada,añadiendo unidades y mas reglas especiales,para desembocar en una misión mas clásica de batalla campal con punto de victoria.Una de las misiones queda en blanco,la de The Hell Fire Stone,que puede indicar que las misiones,lo mas seguro,vayan encadenadas,formando una.campaña que saldrá a su vez reflejada en la novela que se venderá al mismo tiempo que la caja.
Sacado de aquí.

viernes, 24 de agosto de 2012

Nuevas Noticias

Armas para crear Veteranos de la Guardia
Maletín para la caja de iniciación de Venganza Oscura.



































La Batalla de Purgatory

"¿Aún no hay rastro de ellos, Sargento?" La voz del Capitán Vaughan crepitó en el comunicador.
El Sargento Sern escudriñó el irregular paisaje barrido por el viento, por lo que le parecía la centésima vez antes de acercar el micrófono a su boca. "Todavía nada, señor. Tenemos todo este sector bajo vigilancia, pero por el momento no hay novedad."
"De acuerdo. Manténgame informado de cualquier cambio. Vaughan fuera." El aparato chasqueó y quedó en silencio.
Un golpe de gélido viento barrió la llanura rocosa. Sern sintió un escalofrío. Si era por cansa del viento, o por causa de una profunda sensación premonitoria, era algo en lo que no quería pensar.Desde que Purgatory había sido rescatado por el Imperio de su estado de baja tecnología, una pequeña fuerza de Tropas de Choque de Cadia había sido acuartelada en el planeta. La misión de la Guardia imperial era apoyar a la inexperta y mal equipada milicia de Purgatory Desde su base en el único espaciopuerto del planeta, las tropas de Cadia llevaban a cabo patrullas regulares hasta las remotas colonias humanas en las inhóspitas regiones salvajes.
Purgatory era un mundo frío y poco acogedor. La mayor parte de su superficie estaba cubierta por oscuros y tétricos bosques, cadenas montañosas cubiertas de hielo y áridas llanuras azotadas por fuertes vientos y huracanes. Por causa de ello, los nativos de Purgatory vivían en colonias aisladas, compuestas por apretujados edificios robustos y otras construcciones de gran solidez. Los edificios de más de dos pisos eran una edificación muy poco frecuente. Los habitantes de estas colonias aisladas subsistían explotando los yacimientos minerales del lecho rocoso del planeta y cultivando los suelos pobres en nutrientes, mientras la milicia planetaria defendía a los trabajadores de los mamíferos carnívoros nativos con sus primitivos mosquetes y ballestas.
Sern había odiado Purgatory desde el momento en que vio por primera vez la superficie del planeta desde las ventanas de la nave de desembarco. Un lugar gris e inhóspito, habitado por gente gris e inhóspita. De eso hacía dieciocho meses, y el paso del tiempo no había hecho nada para mejorar su opinión.
Un pequeño remolino recorrió el risco, las cenizas grises giraban entorno al pequeño vórtice. El viento se arremolinó sobre las ropas del guerrero como si buscase una forma de atravesarlas, como un ejército invasor intentando descubrir un punto débil en las defensas del enemigo.
El Sargento Sern desvió por un momento su mirada de la monotonía del paisaje, y observó al triste grupo de hombres que formaban la patrulla. Ésta estaba formada principalmente por miembros a tiempo parcial de la milicia, que además trabajaban en las minas de Purgatory cuando no estaban de servicio. Los mal armados y peor equipados nativos no cumplían ninguno de los requisitos que el Sargento de Cadia consideraba debía tener un soldado, ni mucho menos. Todos eran o bien famélicos y enfermizos, o gordos y demasiado viejos. El peor adversario al que habían tenido que enfrentarse había sido alguna tribu exaltada de la primitiva población humanoide indígena.
Además de él, los únicos guerreros de la Guardia Imperial de la patrulla eran Kratz y Dolst, dos veteranos guerreros que habían luchado a sus órdenes en varias campañas a lo largo de la Frontera Oriental del Imperio. Cada uno de ellos había tenido su ración de muerte y destrucción, e incluso aquí, en este planeta desértico, sin haber estado en combate desde hacía más de un año, los soldados sentían una alegría casi perversa ante la posibilidad de que hubieran desembarcado invasores en Purgatory. La larga espera y las guardias habían empezado a hacerles sentir inquietos, temerosos de estar perdiendo el dominio de sus habilidades. Los entrenamientos y las maniobras no eran un sustituto adecuado para la brutal enseñanza de la guerra. Nada pulía mejor los reflejos de un soldado que las descargas de adrenalina en el fragor de la batalla, cuando se cargaba contra un bunker Orko, o se rechazaba una horda Tiránida. En estos casos, o aprendías, y aprendías rápido, o no veías otro amanecer para cometer una vez más el mismo error.
Cuando empezaron a llegar noticias de otros destacamentos del planeta que hablaban de ataques de salvajes tropas sedientas de sangre equipadas con Servoarmaduras de diseños arcaicos y acompañadas de monstruos que lanzaban extraños gruñidos, gran parte de los nativos se dejaron dominar por el pánico y quedaron sumidos en un estado histérico, pero las Tropas de Choque de Cadia se vieron presas de una morbosa alegría. La principal instalación minera fue puesta inmediatamente en estado de alerta, y se enviaron patrullas para informar del avance del grupo de incursores del Caos.
Una fuerte explosión, a sólo unos pocos metros, sacó a Sern de su ensueño. Una lluvia de polvo y rocas procedentes del punto de impacto, derribó a uno de los hombres de la milicia; la cara y el pecho del soldado habían quedado reducidos a una pulpa sanguinolenta a causa del proyectil que había explotado justo frente a él.
El Sargento Sern entrecerró los ojos y rápidamente recorrió con la mirada la llanura cubierta de rocas. Y entonces, donde antes no había nada excepto el vacío y rocoso desierto, aparecieron de repente numerosas figuras con armaduras oscuras, avanzando decididamente a través de la llanura gris.
"¡Cuerpo a tierra y fuego a discreción!" - gritó el Sargento.
Kratz y Dolst reaccionaron instantáneamente a la orden del Sargento, pero los conmocionados milicianos tardaron unos segundos preciosos en reaccionar, y lo hicieron más por miedo y sorpresa que por obedecer las órdenes. Las tropas de Cadia dispararon una y otra voz sus Rifles Láser contra los atacantes. Parecía como si estos hubiesen surgido de la nada.
AI principio, a Sern las siluetas le recordaban Marines Espaciales, posiblemente del Capitulo de los Ángeles Oscuros o miembros de la infame Compañía de la Muerte de los Ángeles Sangrientos, pero cuando continuaron avanzando, rápidamente reconoció al enemigo como lo que realmente era.
Cuernos retorcidos y pinchos afilados adornaban los cascos de los guerreros y las hombreras de ceramita. Sin embargo, algunas de las armaduras de los atacantes parecían de diseño menos flexible, construidas con placas de plástico ribeteadas. Imágenes de muerte y emblemas del Caos cubrían las Servoarmaduras melladas y corroídas por los años, así como inscripciones de maldiciones y gritos de guerra. Ojos humanos sin vida miraban desde las podridas cabezas que colgaban de cadenas atadas a los cinturones de los Marines. La insignia del cráneo alado permitía reconocer a los atacantes como Marines Espaciales del Caos de la Legión de los Amos de la Noche: la execrable progenie del Acechante Nocturno.
Cadia era la primera línea defensiva del Imperio contra los ataques del Caos procedentes del Ojo del Terror. Los soldados de la Guardia Imperial reclutados en Cadia estaban acostumbrados a enfrentarse a los Marines Espaciales del Caos. A causa de las frecuentes incursiones de las Legiones Traidoras sobre la superficie del planeta, las Tropas de Choque ya se habían enfrentado a enemigos como los Amos de la Noche en numerosas ocasiones. Sin embargo, los representantes de la humanidad en Purgatory habían permanecido ajenos a las acciones de los siervos del Caos al permanecer aislados e incomunicados durante milenios.
Sern tragó saliva. La súbita aparición de los Amos de la Noche en medio de lo que parecía una llanura sin refugio posible, indicaba una increíble habilidad para infiltrarse y desplegarse practicada hasta la perfección en numerosas guerras. Eso, y la formación abierta con que ahora se aproximaban, así como el hecho que éste fuese el primer contacto con los defensores de la instalación minera, dispararon la alerta en la conciencia del Sargento. No eran simples Marines Espaciales del Caos, sino veteranos de mil batallas que ya habían luchado durante la Herejía de Horus.
Sern se había enfrentado al poder de los Oscuros Dioses del Caos en una ocasión anteriormente y había sobrevivido, pero en aquella ocasión formaba parte de un regimiento de la Guardia Imperial. Ahora disponía tan sólo de dos soldados y un puñado de mineros mal entrenados y sin apoyo de armamento pesado. No se molesto siquiera en considerar las posibilidades de supervivencia de su patrulla.
Las armas de la milicia eran totalmente inútiles contra las robustas armaduras de los veteranos. Las balas de escopeta rebotaban en las placas de blindaje, o simplemente se desintegraban inofensivamente con el impacto. Y los dardos de las ballestas apenas parecían penetrar unos milímetros de blindaje ceramítico.
El Sargento Sern levantó su comunicador. En ese instante algo cayó entre las piedras a su espalda con un sonido metálico. En una repentina y desgarradora explosión de estática, el comunicador se sobrecargó con una lluvia de chispas al estallar la granada de Disrupción.
Mientras oía un agudo siseo a su derecha, el Sargento dio media vuelta, seguro de saber qué iba a suceder. Tal y como había, sospechado, el siseo se convirtió de repente en una espeluznante explosión cuando el aire se calentó a su alrededor, y en cuestión de segundos el Soldado Kratz se convirtió en un pellejo seco cuando la explosión del Rifle de Fusión de los Amos de la Noche evaporó todos los líquidos de su cuerpo, que reventó en un estallido de polvo y restos calcificados.
Los Amos de la Noche prácticamente habían llegado hasta ellos, ya que las armas de la patrulla no podían hacer nada para mantenerlos a raya. Si los Marines Espaciales del Caos no hubieran conseguido acercarse tanto, al menos habrían tenido la posibilidad de retirarse hacia la instalación. Pero ahora, huir era imposible: la lucha era la única opción.
El Sargento Sern eligió a un guerrero de aspecto salvaje, que tenía tres cabezas como trofeo balanceándose sobre su armadura erizada de pinchos, y apuntó con su Pistola Bólter. Al apretar el gatillo, disparó varios proyectiles contra el casco del Marine. Por encima del rugir de los disparos de ambos bandos, a Sern le pareció oír un rugido de dolor y vio cómo su objetivo caía hacia atrás. Recuperando el equilibrio, el veterano levantó la cabeza y el Sargento pudo ver el partido muñón de un cuerno demoniaco, y la expuesta y desgarrada piel que asomaba por un agujero en el casco.
Sern vio cómo el Marines Espacial del Caos levantaba su adornado Bólter para disparar y entonces, inexplicablemente, descubrió que estaba caído en el suelo al otro lado del risco. Necesitó varios segundos para que su sistema nervioso comprendiera lo que había sucedido. La primera cosa que le sugirió que algo iba mal fue el ver su brazo tirado a varios metros de distancia. Entonces, de repente, el enfermizo conocimiento de la realidad inundó su conciencia al sentir la sangre caliente manando por el muñón de su hombro con cada uno de los latidos de su corazón, acelerados por la adrenalina. El dolor le dominó con un frío abrazo y sintió cómo se le revolvía el estómago.
Al ver a su oficial gravemente herido, muchos de los colonos perdieron el deseo de enfrentarse a fuerzas tan superiores. Dejando caer sus inútiles armas se pusieron en pie, levantando los brazos en señal de rendición. Los soldados de Cadia vieron impotentes como todos y cada uno de los colonos eran abatidos por certeras ráfagas de Cañón Automático.
El resto de los mineros dieron media vuelta para escapar y descubrieron que estaban cara a cara con más guerreros del Caos. Una segunda escuadra de Amos de la Noche Veteranos había rodeado su posición por retaguardia. ¿Quién podía saber cuánto tiempo habían estado esperando antes de iniciar el ataque? Probablemente habían esperado hasta estar seguros de que conseguirían el máximo placer con su acción, masacrando a los aterrorizados colonos mientras intentaban su inútil huida. No había duda de que estaban disfrutando de cada espasmo de muerte de sus víctimas, saboreando cada expresión de amarga desesperación en los rostros de los hombres que sabían que iban a morir. Estos no eran los valientes y honorables héroes veteranos de los Capítulos Imperiales. Los Amos de la Noche asesinaban a inocentes o a quienes eran más débiles que ellos sin remordimiento. Tenían su propia gama de valores.
Una bota ribeteada pisó la cima del risco, y una figura cubierta con una armadura negra se situó junto al Sargento Sern, mirándole malévolamente desde el interior de la máscara infernal de su casco, que parecía inclinado y desequilibrado al quedarle solamente un cuerno. El miedo dominó el dolor que sacudía su cuerpo, y Sern se arrastró por el polvoriento terreno, intentando llegar hasta el brazo mutilado y la Pistola Bólter que todavía empuñaba.
El veterano observó cómo el guerrero intentaba patéticamente arrancar el arma de la presa de su mano muerta, pero los dedos le resbalaban sobre la ensangrentada culata. "¡Deberías rezar por que te llegará la muerte, perro Imperial! -gruñó el guerrero y a continuación rió con una cruel y gutural carcajada.
Tras saborear aquel último momento, el Marine Espacial del Caos se cansó del espectáculo. Apuntó su Bólter y disparó.
El Hermano Veterano Nadrak recorría el escenario de la carnicería. Allí dónde creía ver algún movimiento, disparaba varias ráfagas con su Cañón Automático. Aquél era el objetivo de la Guerra Eterna. Su objetivo no era iniciar una sangrienta cruzada a nivel galáctico en nombre de los Dioses Oscuros, como aquellos idiotas Berserkers adoradores del Dios de la Sangre, sino matar, y disfrutar haciéndolo. Y dar al Imperio una lección más sobre los despiadados métodos de los Amos de la Noche, sólo servía para obtener un mayor placer.
Pero aquello era sólo el principio. Los Amos de la Noche no habían terminado aún con aquel patético planeta y todo lo que tenía que ofrecerles. Una vez lo hubieran hecho, no quedaría ni un alma con vida sobre el planeta. Aquellos que se opusiesen a su voluntad o no sirviesen para los campos de esclavos morirían, y los Amos de la Noche disfrutarían con sus muertes. Los habitantes de aquel inhóspito planeta pronto pensarían que habían vivido en un paraíso cuando conociesen los horrores de la Disformidad. El infierno había llegado a Purgatory.
El tanque de batalla Leman Russ rugió a lo largo del paso. Sus orugas chirriaban como protestando, mientras el vehículo rodaba a gran velocidad sobre el terreno rocoso. Las escarpadas rocas en lo alto de las laderas de la garganta se levantaban amenazantes a cada lado; los negros muros volcánicos mantenían el paso en una penumbra permanente. Detrás del tanque avanzaba una pequeña columna de Chimeras Imperiales. Los Multilásers de los vehículos blindados de trasporte de tropas giraban a uno y otro lado, cubriendo las laderas del paso como previendo un ataque enemigo.
En el interior del Leman Russ, el Comandante de Tanque Rosman observó a través de los visores del vehículo el desierto plagado de rocas que se extendía frente a él. Su mente sólo estaba parcialmente concentrada en el viaje, ya que estaba ocupada pensando en el ataque de las fuerzas del Caos a la instalación. Existían muchas bases avanzadas como esa, y la fortaleza había sido construida por los colonos del planeta para proteger a las diversas minas de los ataques de los depredadores y los belicosos aborígenes primitivos.
¿Pero por qué interesaba el lugar a una Legión Traidora como los Amos de la Noche? ¿Era tan sólo otra muestra de la afición por la destrucción gratuita e indiscriminada que caracterizaba a los Marines Espaciales del Caos? ¿O los hermanos descarriados de los Adeptus Astartes tenían un propósito todavía más siniestro, más allá de aniquilar a otro mundo indefenso en nombre de sus obscenos dioses?
En cuanto el cuartel general de la Guardia Imperial en Purgatory recibió el informe sobre el inminente ataque contra la fortaleza y la solicitud de refuerzos, el Coronel Drax había enviado inmediatamente la unidad de tan¬ques al mando de Rosman. Rosman había llevado a cabo numerosos ataques contra los enemigos del Imperio por todos los sistemas estelares del Segmentum Ultima, desde romper el asedio de unos invasores Orkos o rescatar a las Fuerzas de Defensa Planetaria de un ataque Eldar.
Pero los Marines Espaciales del Caos eran algo distinto. Imponían respeto y miedo a los soldados de la Guardia Imperial. Aquellos malditos guerreros habían desafiado al Emperador durante siglos, adquiriendo una gran experiencia a lo largo de miles de combates. Pero no era sólo eso, sino que avanzaban hacia el combate junto a los grotescos habitantes del espacio Disforme; criaturas con cuerpo de metal vivo y sangre de fuego líquido.
"Aunque camino por el Siniestro Valle de la Muerte..." - Rosman empezó a murmurar en voz alta.
"¿Perdón, señor?" - preguntó el artillero del Cañón Láser sentado debajo de él en la estrecha panza del tanque.
"¿Qué? Oh, sólo es parte de un proverbio que me enseñó alguien de la vieja tierra, soldado." - explicó Rosman.
"¿Cuánto falta?" - continuó, intentando apartar las imágenes de demonios de sus pensamientos.
"¿Tiempo estimado de llegada?"
"Once minutos, Señor."
El tanque de batalla se estremeció de repente, alcanzado por la onda expansiva del disparo de un arma en el interior del paso. Observando a través de los visores, Rosman vio como una parte del acantilado a la derecha de la garganta estallaba en una erupción de pedruscos. La mayor parte de aquella área del desfiladero empezó a desplomarse en fragmentos de roca tan grandes como el Leman Russ que caían rodando al fondo del paso, obstruyendo parcialmente la ruta de los refuerzos.
Una segunda explosión, como un retumbante estallido, sacudió el tanque y a través del comunicador Rosman oyó un alarido de dolor procedente de uno de los otros vehículos. El comandante de tanques rastreó la parte superior del paso a través de los visores del tanque, pero no pudo ver nada. En ese momento, parte de la ladera detrás del tanque se derrumbó, aislando el Leman Russ del resto del convoy.
"¿Qué ha sucediendo?"
"El Multiláser del Chimera número dos ha sido alcanzado, señor," - respondió un artillero de Bólter desde su posición.
‘’¿Por quién?’’ – Preguntó el desconcertado Comandante.
"Ehm... no lo sé, señor. Podría haber sido un impacto de arma pesada."
"¡Tripulación, todos atentos!" - ordenó Rosman. – ‘’ ¡Si veis algo, disparad a discreción!"
La parte posterior del segundo Chimera se abrió de repente y el vehículo blindado vomitó su carga de soldados de Cadia junto a una nube de humo aceitoso. El disparo que había destruido el Multiláser del trasporte de tropas había provocado una explosión secundaria en el interior del habitáculo. Libres del humo asfixiante, los Guardias Imperiales buscaron inmediatamente posiciones defensivas en el paso.
El soldado Lyle se echó al oscuro suelo de la garganta, manteniendo su cuerpo agachado mientras corría, y se unió a dos de sus compañeros detrás de la gran roca detrás de la cual se habían cubierto mientras trataban de averiguar la posición exacta de sus atacantes.
Y entonces los vieron: Marines Espaciales con Servoarmaduras pintadas de colores brillantes, de pie sobre la cima del acantilado. Los llamativos contrastes de colores y los extravagantes símbolos pintados sobre sus armaduras permitían distinguirlos con claridad contra la línea gris del cielo. Sólo podían ser Marines Ruidosos, Marines Espaciales del Caos dedicados a la adoración del sensual Señor del Placer.
Mientras la Servoarmadura de los Marines Espaciales leales al Emperador era de un color puro y uniforme, las deformadas placas de cerámica y plastiacero de los Marines Ruidosos estaban decoradas con desquiciantes combinaciones de colores. Puntos y líneas irregulares se alternaban con bandas fluorescentes y torbellinos de color. Los contrastes y el uso de colores tan perversos eran suficiente para desquiciar la mente de cualquier hombre cuerdo. Todo ello demostraba los estímulos extremos a los que los sentidos adormecidos de los elegidos por Slaanesh necesitaban exponerse para conseguir una respuesta emocional a sus experiencias. Un oído sobredesarroliado, combinado con siglos de abusos sensuales, habían dejado una huella permanente en la psique de todos los Marines Ruidosos.
Lyle sólo necesitó un segundo para contemplar todo aquello, el cual fue todo el tiempo que necesitaron los Marines Ruidosos para dividirse sus objetivos. Los oídos de los soldados fueron asaltados de repente por un aullido cacofónico que aumentaba y disminuía repentinamente de intensidad. En el interior de las notas metálicas viajaba una extraña armonía, y el soldado de Cadia empezó a sentir un dolor agónico al aumentar el volumen. La tierra vibraba en resonancia con el rugido sónico.
Las armas de varios de los trasportes de tropas resultaron destruidas bajo el fuego de los Marines Ruidosos en medio de una lluvia de chispas carmesíes o violentas explosiones de esquirlas de metal al rojo vivo. Lyle contempló como una Escuadra de Tropas de Choque, que se había parapetado junto al Chimera que había recibió el primer impacto, echaba a correr para atacar al enemigo. Tras avanzar apenas unos metros fueron abatidos por chirriantes ráfagas de sonido procedentes de los Destructores Sónicos de los Marines Ruidosos. Las atormentadoras ondas sónicas destrozaron los órganos vitales, partieron los huesos y desgarraron los cuerpos de los soldados.
Una nota baja, inconcebiblemente profunda, asaltó entonces los oídos de Lyie; parecía seguro que el ruido le dejaría sordo. Desde donde se encontraba, con las manos apretadas sobre las orejas intentando aislarse del demencial aullido de las armas de sus atacantes, el guerrero de Cadia vio como algunos de sus compañeros empujaban un Cañón Automático montado en un afuste sobre ruedas del interior de un Chimera inmovilizado.
Antes de que ni siquiera tuvieran la oportunidad de disparar, los Marines Ruidosos dispararon de nuevo sobre ellos. Lyle miró horrorizado, incapaz de apartar la vista, mientras el cañón se doblaba y el mecanismo explotaba en medio de un gran despliegue pirotécnico. Los restos ardientes y los pedazos de carne chamuscada llovieron sobre el fondo de la garganta.
El Guardia Imperial buscó desesperadamente el tanque de batalla Leman Russ que encabezaba la columna de refuerzos. Pero éste también estaba atrapado y estaba siendo atacado por otros guerreros con Servoarmaduras de colores extravagantes y equipados con armas pesadas de largos cañones.
Y entonces empezó a gritar, a través de los dientes apretados, intentando ahogar el sonido que retumbaba en el interior de su cabeza. Con un retumbar parecido al de un trueno, la enorme roca quedó hecha pedazos. Herido por los afilados fragmentos de piedra, el guerrero de Cadia cayó hacia atrás, sin disponer ya de protección alguna frente a las armas sónicas de los Marines Ruidosos. Las frecuencias agónicas del Amplificador Sónico emitieron señales contradictorias que recorrieron su sistema nervioso, provocando en el Guardia Imperial una serie de espasmos incontrolables. Lyle pudo sentir cómo, primero un ojo y luego el otro, estallaban dentro de su cabeza antes de que le fuese concedido el piadoso descanso de la muerte, al reventar su cuerpo en una deflagración de sangre que bañó las rocas a su alrededor.
En el interior del tanque de batalla, el Comandante Rosman oyó cómo la nota profundamente baja aumentaba de intensidad. Había presenciado la carnicería a través de los visores, mientras su tripulación intentaba inútilmente rechazar a los atacantes. Los Marines Ruidosos caminaban alrededor de los restos ardientes de sus blindados y los cuerpos despedazados de los guerreros de Cadia. No se apreciaban signos de vida en ninguno de los soldados. Algunas figuras, con sus armaduras decoradas con distorsionados motivos de camuflaje de colores anaranjados y púrpuras, estaban aproximándose al tanque por encima de los montones de pedruscos del desprendimiento; en sus manos podían apreciarse descomunales armas de destrucción.
De repente hubo una ensordecedora explosión y el tanque fue sacudido por una onda de choque de increíble potencia, lanzando despedidos a los tripulantes, que quedaron esparcidos por todo el habitáculo. A largo alcance, las armas sónicas de los Marines Ruidosos no causaban ningún efecto contra el habitáculo blindado de plastiacero, pero a corto alcance el impacto era como el de un proyectil antitanque. Los engranajes crujieron dolorosamente cuando el artillero intentó girar la torreta, indicando que alguna pieza esencial podría romperse si seguía intentándolo.
"¡Informe de daños!" - gritó Rosman por encima del discordante crescendo del ataque de los Marines Ruidosos y el traqueteo de los disparos de los Bolters Pesados de las barquillas.
"Cañón Láser inutilizado, -respondió un tripulante, con una herida sangrante en la frente,- y la torreta está averiada. ¡Sólo podemos disparar hacia delante!"
"Y esos malditos de Slaanesh están detrás de nosotros y a los lados," - maldijo Rosman entre dientes.
Aullando por el éxtasis, disfrutando de la reverberación de sus gritos de total desenfreno a través de los extraños tubos acoplados a sus cascos, los Marines Ruidosos bombardearon el tanque de batalla con otra salva de ensordecedores estallidos sónicos de sus Amplificadores Sónicos. Los remaches salían disparados y rebotaban por el interior del vehículo blindado, causando todavía más heridas a sus ocupantes. Liberados del Leman Russ, algunos eslabones de las orugas volaron por los aires.
Un Bólter Pesado explotó bajo las ondas de choque, haciendo explotar la munición en el interior del habitáculo, justo cuando el eje principal de transmisión del vehículo se partió. Al romperse el gran eje de adamantio, éste despedazó los sistemas motrices y de conducción; el siguiente impacto del muro de sonido levantó el tanque en vilo y lo dejó caer de nuevo, cayendo invertido al suelo sobre su aplastada torreta.
Un gran hurra de perverso placer surgió de los Amplificadores Sónicos de los miembros de la Escuadra de Marines Ruidosos que en ese momento rodeaba el tanque volcado. Bajo un ataque tan directo, y con un impacto tras otro de sus temibles armas, el Leman Rass se estaba debilitando. Los continuos disparos hicieron volar por los aires las escotillas y las armas, hasta que el tremendo esfuerzo fue demasiado incluso para el robusto chasis del tanque de batalla.
El metal empezó a deformarse, el blindaje empezó a resquebrajarse y el habitáculo del tanque de batalla acabó siendo penetrado por el estallido sónico. Unos pocos tripulantes, desangrándose por las orejas, la nariz y los ojos, salieron arrastrándose entre los restos del vehículo antes de caer al suelo inconscientes cuando su cerebro se convirtió en gelatina bajo los efectos de las ráfagas de sonido.
Los Marines Ruidosos de Slaanesh celebraron la victoria con un último y feroz acorde de sus armas sónicas, mezclando sus exultantes gritos con el rugido discordante de una cacofoninía infernal de notas destructivas. El Señor del Placer había recompensado su lealtad con la muerte del arma más poderosa de la Guardia Imperial.
Los refuerzos que iban al rescate de los mineros ya no llegarían nunca. Los humanos acorralados en la fortaleza tendrían que rechazar a las hordas del Caos sin ayuda de nadie, o sufrirían una condenación eterna.

El Teniente Corda miró hacia abajo desde el muro de la fortaleza minera y entendió lo que era realmente el miedo. La llanura que se extendía frente a la instalación estaba cubierta de tropas enemigas. Además de los guerreros de armaduras de negro azulado de la Legión de los Amos de la Noche, entre la horda que se aproximaba pudo distinguir a Berserkers de Khorne equipados con armaduras del color de la sangre. La horda del Caos se estremecía y gritaba ansiosa. Los cobrizos Juggernauts gruñían por encima de los cánticos de los Berserkers de Khorne, que se mezclaban con los aullidos y gritos de batalla de los Amos de la Noche.
Los sonidos del interior del fuerte y base minera fronteriza contrastaban dramáticamente con los ladridos y rugidos de la partida de guerra del Caos. En el interior, el Teniente no podía oír nada excepto el llanto de las mujeres y los niños que se apretujaban paralizados por el miedo, en espera de lo inevitable. Todos habían oído historias y mitos medio olvidados sobre el destino de aquéllos que no tenían la suerte de morir directamente a manos de los siervos de los Dioses Oscuros.
Debía haber cientos de enemigos ahí fuera, pensó para sus adentros el Teniente Corda. Muchos más de los que el contingente de tropas del fuerte podía eliminar, pero al menos había refuerzos en camino. Sin embargo, hasta que no llegaran los refuerzos, eran los mineros, los hombres de la milicia y una Escuadra de Tropas de Cadia quienes tenían que defender la posición.
El fogonazo en la bocacha del Lanzamisiles de las Tropas de Cadia saludó el inicio del ataque de los Amos de la Noche. Corda vio cómo uno tras otro, los Misiles de Fragmentación impactaban a su objetivo. A pesar de las explosiones de metralla, los misiles no parecían afectar a los Marines Espaciales del Caos. El Teniente sabía que al final las tropas del fuerte tendrían que enfrentarse a los malditos guerreros de la Disformidad en combate a corta distancia.
"¡Sangre para el Dios de la Sangre! ¡Cráneos para Khorne! ¡Sangre para el Dios de la Sangre!" Aquél era el constante cántico de los Berserkers; sus voces rudas y guturales parecían cualquier cosa excepto humanas. Los nativos esperaron en tensión detrás de los muros del fuerte, que temblaban con cada impacto de los antiguos Cañones de Plasma y los Cañones Láser de los Amos de la Noche.
Corda miró a su alrededor. Las tropas de la milicia estaban parapetadas detrás de defensas construidas o reforzadas a toda prisa. Un viejo depósito de combustible en desuso había sido colocado contra las puertas para formar una barricada, pero Corda dudaba que eso representara alguna diferencia para los feroces Berserkers. Un vehículo sólidamente construido y con forma de jaula había sido transportado hasta el frente por el enemigo, y un grupo de Amos de la Noche estaba intentando liberar lo que había en su interior. Cuando los estimulantes recorrieron el maltrecho cuerpo del Marine Espacial del Caos enterrado dentro de su sarcófago de adamantio, el Dreadnought se liberó de su jaula, finalmente libre de sus cadenas.
Sin rastro alguno de humanidad, con la mente carcomida por la locura y una rabia bestial causada por su encarcelamiento en el interior de su cuerpo robótico, el Dreadnought era como un monstruo salvaje guiado por una ira ciega y psicótica. Con zancadas que hacían temblar la tierra, la amalgama de carne y antigua tecnología poseída por el Caos, avanzó pesadamente hacia las líneas de defensa enemigas. La máquina parecía obedecer más a un instinto asesino, primario e irracional que a un propósito determinado.
Las puertas cedieron, bajo la sucesión de embestidas, y las bisagras saltaron disparadas de sus goznes. En medio de una lluvia de fragmentos de roca y hierros retorcidos, algo muy grande chocó contra el depósito de combustible. Una gigantesca garra de metal mecánica agarró la parte superior del depósito, aferrándolo en una trituradora presa. Los pistones hidráulicos del Dreadnought silbaron protestando al levantar el depósito de combustible del suelo; sus afilados apéndices rasgaron el metal oxidado, y a continuación lo lanzó contra los petrificados defensores. Sus dos antiguos Bolters Pesados entraron en acción simultáneamente, barriendo a los soldados y sus familias con una larga ráfaga de una potencia mortífera.
Corda vio como un guerrero de las Tropas de Cadia atacaba valerosamente a la monstruosa máquina desde un lado, esquivando el ataque de su garra y la mortífera ráfaga de sus Bolters, mientras intentaba seccionar los cables de energía del Dreadnought con la bayoneta de su Rifle Láser. La gigantesca máquina de guerra agarró al guerrero y, con un tijeretazo de sus poderosas garras de adamantio, lo partió por la mitad.
El Teniente apartó la vista de la carnicería que acababa de presenciar, sintiendo cómo el contenido de su estómago le subía por la garganta, sólo para ver cómo otro de los valientes guerreros de las Tropas de Cadia era partido por el Hacha Sierra de un Berserker, de un tamaño obscenamente grande. Los dientes monomoleculares atravesaron la armadura Antifrag y la carne con la misma facilidad; el chirriante filo del arma salpicó el aire con un chorro de sangre del guerrero de las Tropas de Cadia.
El Teniente Corda se encontró de repente en medio de un combate entre colonos, Tropas de Choque y Marines Espaciales del Caos sedientos de sangre. Los Berserkers de Khorne habían penetrado en el fuerte, y los defensores habían sido rodeados. Era imposible resistir la ferocidad de los enloquecidos guerreros y su magnífica habilidad en combate. Sólo era una cuestión de tiempo.
Mientras la caja de mecanismos de sus Bolters Pesados empezaba a brillar de un color naranja incandescente, el Dreadnought se abalanzó contra la multitud de refugiados, abatiendo a los habitantes de Purgatory en una indescriptible matanza sin distinciones de sexo o edad. Los cadáveres destripados eran apartados en una incesante orgía de muerte, mientras varias toneladas de tecnología asesina seguían avanzando, dejando a su espalda una estela de rojas entrañas.
La masacre y el derramamiento de sangre en el interior del fuerte eran palpables; impregnaban el aire con un olor pegajoso y dulzón. Y por encima del ruido de la contienda resonaba el incesante canto de los Berserkers de Khorne sobre el campo de batalla: "¡Sangre para el Dios de la Sangre! ¡Sangre para el Dios de la Sangre!"
"¡Retirada! ¡Replegaos hacia el edificio central!'" - ordenó Corda. La orden la cumplieron inmediatamente todos aquellos que todavía eran capaces de correr. Vendándose una herida en el brazo, el Teniente se abrió paso hasta la última sección del fuerte que todavía no había sido arrasada. El Lanzamisiles que quedaba había sido emplazado allí, y los colonos reemplazaron las bajas sufridas por las tropas en la línea defensiva.
Algo extraño e inquietante estaba empezando a ocurrir en el interior de la instalación. Observando desde su posición elevada, el Teniente Corda estaba seguro de que podía ver una niebla roja que empezaba a envolver los cuerpos de los combatientes situados al pie de las murallas. Era como si la furia salvaje de los Berserkers estuviera adoptando forma física a partir de una nube escarlata que parecía surgir de las armaduras de los guerreros del Caos.
Mientras seguía observando el increíble horror, la tangible rojez pareció espesarse, con formas que se retorcían haciéndose visibles en el interior de la nube, y Corda estuvo convencido con una gélida certeza que Purgatory estaba perdido.
El cielo se había vuelto tan rojo como la sangre que relucía sobre las hachas de los Berserkers, y las tórridas nubes de tormenta, teñidas de carmesí, empañaron el sol. Donde quiera que mirase, el suelo estaba teñido de rojo por la sangre derramada por las víctimas de los Amos de la Noche. Pero incluso entre la horda del Caos nadie podía compararse con los Berserkers de Khorne en el número de colonos y Tropas de la Guardia Imperial que habían caído bajo sus Hachas Sierra y el salvajismo con que ejecutaban la matanza.
Y entonces Corda se percató de repente que los Marines Espaciales del Caos ya no luchaban solos. En medio de los guerreros con armadura había otras criaturas: seres escamosos de piel roja, con largos y musculosos brazos rematados con garras asesinas. El olor de la batalla había atravesado el universo material hasta el espacio Disforme. Su olor dulzón había atraído a los guerreros de la muerte de Khorne al festín de carne mortal. Empuñando resplandecientes espadas, los demonios saltaron sobre los aterrorizados colonos con alaridos inhumanos, enloquecidos por la sangre.
Mientras Corda observaba, anonadado por los monstruosos horrores del espacio Disforme, vio cómo la nube roja iba aglutinándose en algunos puntos. Numerosas criaturas demoniacas del Dios de la Sangre surgieron de la niebla ante sus propios ojos. Todos los horripilantes monstruos del subconsciente colectivo de la humanidad parecían materializarse entre las escenas de carnicería, materializándose a partir de la niebla roja.
Mastines con collares de bronce, cada uno más grande que un hombre, arrastraban a los colonos desde las barricadas, y hundían sus colmillos largos como cuchillos en sus cálidas gargantas. Figuras deformes corrían lanzando alaridos a través de los defensores, con aserradas Espadas Infernales reluciendo con una energía absorbedora de vida. Aquí un horror demoniaco gritaba a través de una boca llena de colmillos que tenía en su estómago; allí el suelo se estremecía con miembros humanos medio formados.
En un punto envuelto por las emanaciones procedentes del espacio Disforme, una pared de cemento se había convertido en carne, con su superficie ondulándose malignamente. Mientras otro Mastín de Khorne arrancaba un pedazo de carne del cadáver de un soldado, cerca de él un sádico Desangrador arrancaba la cabeza de un miliciano con sus manos, lamiendo el jugo carmesí que manaba de ella con su áspera lengua.
El Teniente Corda no pudo soportarlo más. Ordenó al soldado que había junto a él sobre el tejado del fuerte que disparasen con todo lo que tuvieran. Sus compañeros en el interior de la instalación no podían salvarse. Si los soldados de las Tropas de Cadia y los colonos caían a causa de los Misiles de Fragmentación de propio bando, Corda consideraría que les habría rescatado de un destino peor que la muerte. Porque todos sabían que la muerte física a manos de los demonios no constituía el final de ésta; el alma de un hombre podía permanecer cautiva y torturada durante toda la eternidad d espacio Disforme, sin esperanza de libertad, a los pies del trono trono del Dios de la Sangre.
Los demonios, los Marines Espaciales del Caos y colonos de Purgatory fueron abatidos por una tormenta de Misiles de Fragmentación, de Plasma y de Fusión. Por unos instantes, el avance del Caos fue detenido, pero donde caía un miembro de la horda, cinco más estaban ansiosos de ocupar su lugar. El principio del fin se aproximaba para las tropas del Teniente.
Aullando, el Hermano Sargento Melchor de los Berserkers de Khorne partió por la mitad a otro colono con un salvaje golpe de barrido de su Hacha Sierra. En su estado de furia había perdido la cuenta del número de cráneos que ese día había depositado a los pies de Khorne, pero nunca podían ser demasiados. La niebla roja estaba sobre él en ese momento. Podía asegurar que el Dios de la Sangre estaba satisfecho de su Paladín por todo lo que había conseguido, cuando la energía pura del espacio Disforme tomó forma alrededor de él y de sus asesinos hermanos.
La energía del espacio Distarme se arremolinó a su alrededor; las corrientes empezaron a contorsionarse agónicamente cuando empezaron las dolorosos contracciones de las pesadillas de los defensores. La repulsión por el imperio y la necesidad de venganza habian fermentado durante largo tiempo en el atemporal Reino del Caos, y ahora se expresaban en del asalto de los Marines Espaciales del Caos contra el fuerte.
Las mentes y las almas se concentraron exclusivamente en el acto de matar, permitiendo que la influencia del Dios de la Sangre se extendiera desde el espacio Disforme. La ira, el odio y la sed de sangre que cubrían el campo de batalla, empezaron a materializarse a partir del éter en forma de esperpénticas imitaciones de seres vivos. Cuanta más sangre derramaban los Berserkers, más grande era el nexo de unión entre lo material y lo inmaterial. Esto no hacía más que aumentar el deseo de los guerreros oscuros de derramar más sangre y aumentar su terrible ferocidad.
En un extraño momento de lucidez, Melchor, Vengador de Khorne, se concentró en algo más que el cadáver descuartizado de su próxima víctima, y pudo constatar la posición de sus tropas. Por doquier, los Berserkers y los Amos de la Noche parecían controlar la situación; las antiguas Servoarmaduras estaban teñidas de la sangre de sus enemigos. Tanto en número como en salvajismo, los guerreros corrompidos por el Caos gozaban de la superioridad.
Un certero disparo de Rifle Láser de Cadia explotó en el pecho de la armadura del Hermano Melchor, pero ni tan sólo consiguió frenar un poco la carga del Berserker. Por su parte, la armadura Antifrag del soldado no consiguió impedir la despiadada y sangrienta réplica de Melchor. Con cuatro golpes bien dirigidos, el Guardia Imperial fue desmembrado por completo.
El Berserker de Khorne aulló con cruel satisfacción. Aplastarían aquel mundo patético y lo despojarían de su botín. Así el que se hacía llamar Emperador conocería su poder y la desesperación; y en las profundidades de su desesperación los siervos de los Dioses Oscuros tendrían su venganza. La victoria sería de ellos y la Guerra Eterna habría llegado a su fin.
Melchor se recreó en la carnicería de los que se encontraban a su alrededor; su mente estaba completamente dominada por una nube roja. Entonces sintió la aproximación de algo a través de la Disformidad, algo poderoso y terrible: una concentración de sádica crueldad y una bestial ansia de derramar sangre que sólo las masacres más violentas podían atraer y satisfacer. Atraído por el hedor de la batalla y los agonizantes espasmos de muerte de las víctimas, estaba llegando.
El líder de los Berserkers recibió al espíritu demoniaco en el
pinito que divide el tiempo y el espacio, y le habló de todo lo que haría para mayor gloria de Khorne si el Hermano Paladín accedía a sus deseos. Sólo el espíritu de un Gran Demonio podía hacer aquella petición, y Melchor no se entregaría a aquel sacrificio por nadie inferior. Sin apenas pensarlo, el pacto quedó sellado.
Al instante, el Marine Espacial del Caos sufrió una terrible transformación. El cuerpo del Berserker empezó a hincharse rápidamente; la carne revestida de piel reventó las placas de plastiacero, despedazando la armadura. Los brazos se echaron atrás en un brutal espasmo y se alargaron con un audible sonido elástico.
Todo su cuerpo tembló y se retorció mientras su esqueleto y se retorció mientras sus órganos internos se reorganizaban desde el interior. Unos muñones óseos de color negro surgieron entre sus hombros, creciendo a una velocidad desmesurada hasta que se desplegaron formando un gran par de alas de murciélago, ocultando la tenue luz del sol. Las articulaciones se doblaron dolorosamente mientras del interior del cráneo del Marine Espacial del Caos se abría paso el morro de un animal. Durante todo el proceso el cuerpo del guerrero aumentó de tamaño mientras el demonio que le poseía extraía la energía del espacio Disforme vara acelerar la trasformaeion.
La posesión ya estaba completada. Melchor el Vengador ya no existía, y en su lugar había un gigantesco Devorador de Almas. El demonio se acercó a ìas murallas del todavía invicto núcleo del fuerte. Los hombres huían gritando, incapaces de permanecer frente al aura de terror que irradiaba la presencia del demonio. El Devorador de Almas agarró al Teniente de las Tropas de Cadia con una mano gigantesca e introdujo al forcejeante mortal en sus fauces cubiertas del colmillos, masticando con sus dientes afilados la armadura de caparazón y los huesos del humano.
Algunos fragmentos de la Armadura del Marine Traidor seguían colgando de sus monstruosas alas. El demonio de Khorne avanzó por el interior de la instalación, demoliendo muros de hormigón bajo sus pezuñas de bronce y propagando la muerte con su látigo llameante.

El Inquisidor andaba entre los escombros ardientes de la base minera. En su arrugado rostro había una expresión inescrutable. Era evidente por sus fruncidas cejas que los sucesos que habían tenido lugar allí implicaban terribles consecuencias para el Imperio. Una Escuadra de Ultramarines lo seguía por el campo de batalla, manteniendo con orgullo una formación precisa en todo momento. A pesar de su aparente calma exterior, cada uno de los miembros de la Escuadra observaba horrorizado lo sucedido sin dar crédito a sus ojos. El fuerte fronterizo había sido arrasado hasta los cimientos: no quedaba ninguna pared en pie. Algunos cadáveres de Marines Espaciales del Caos yacían entre las cenizas, pero eran superados con creces por los cuerpos descuartizados de los colonos y de las Tropas de Choque de Cadia que cubrían el paisaje.
¿Qué tipo de atrocidades del espacio Disforme habían sido cometidas allí? Todo lo que estuviese relacionado con los Marines Espaciales del Caos enfermaba por completo a los Ultramarines. Los Amos de la Noche, y los otros herejes que se habían aliado a la partida de guerra, constituían la antítesis de los Capítulos leales al Emperador. Habían renegado de lo que una vez habían creado y de lo que los Ultramarines ahora se esforzaban en proteger. No mostraban remordimiento alguno en aniquilar la población entera de un planeta y todo porque en un megalomaníaco capricho creían que tenían algo mejor con qué reemplazarla, algo que ellos podrían dominar mejor.
¡Cómo lamentaba el Inquisidor la debilidad de la condición humana! ¿Cómo podían los mejores Marines Espaciales del Emperador haberse dejado llevar tan lejos de la gracia salvadora del Emperador? ¿Cómo podía aquel poder oscuro haber provocado que los hermanos de armas de los Ultramarines se convirtieran en algo peor que animales salvajes, en algo completamente inhumano?
El Inquisidor tomó nota mental de que no había ningún superviviente; nadie había escapado de una condenación eterna. No había ni rastro de mujeres o niños. Sin duda estaban encadenados en las entrañas de las astronaves de los Amos de la Noche, destinados a una vida de esclavitud en alguno de los abominables Mundos Infernales del Ojo del Terror.
El Inquisidor había sospechado durante mucho tiempo que los Amos de la Noche encontrarían finalmente el camino hasta Purgatory, y que cuando lo hicieran toda la humanidad temblaría frente a sus maquiavélicos planes. Enterrado bajo la superficie del planeta había un artefacto del que se hablaba en la Ordo Maellus entre acallados susurros acompañados de gestos protectores.
Siguiendo el consejo de la adivinación efectuada por los
Psíquicos de la Inquisición, el arma apocalíptica conocida únicamente como Mano de la Noche había sido enterrada en aquel pequeño mundo olvidado. Se decía que era un regalo de los Dioses Oscuros, enviada al universo material directamente desde el corazón del Reino del Caos. Nada podía comparársele en potencia destructiva; ni siquiera los procesos de purga planetaria del Exterminatus.
Tras enviar hebras de energía mental a través del éter del planeta, el Inquisidor percibió que algo faltaba en la intensamente traumatizada aura Psíquica de Purgatory. Algo grande, mortífero y anegado con el poder corruptor del espacio Disforme. Entonces supo que había llegado demasiado tarde. Los Amos de la Noche, y el arma con la cual podían destruir sistemas planetarios enteros, ya se habían marchado.